Hernán Rodríguez Castelo: ‘Este libro ha tenido un doble efecto’

Vínculo al periódico

Sobre la vida de Manuela Sáenz se ha escrito y se ha dicho mucho. Algunos autores se han encargado de sacralizarla o mitificarla, mientras otros han buscado formas de disminuir su imagen. Eso llevó al escritor Hernán Rodríguez Castelo a indagar a profundidad sobre esta mujer y presentar la biografía de una Manuel Sáenz más humana, despojada de halagos y mezquindades, según el propio autor. El libro, que constituye la obra literaria número 107 de Rodríguez, se presentó hace pocos días en Quito y cuenta con el aval de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

¿Porqué escribir sobre Manuela Sáenz, de quien ya se ha dicho tanto?
Estoy haciendo una historia general y crítica de la literatura ecuatoriana. He concluido lo que corresponde al siglo XVIII y está listo el periodo entre 1800 y 1860. Precisamente en esta parte hay personajes extraordinarios, como Pedro Moncayo, Benigno Malo o Aguirre Abad. También está Manuela Sáenz, quien además de su fama por otras razones, resulta ser una escritora interesante. Eso se puede comprobar en sus cartas que tienen un sentido del humor muy fino y gran cultura. Además, me interesó de forma particular porque nunca me había encontrado un personaje de la historia del Ecuador con tantas mentiras a su alrededor.

¿Qué tipo de mentiras?
Algunas hechas para adornarla y hacerle aparecer como un personaje de novela romántica. Otras, provenientes especialmente de Venezuela, para disminuir su imagen. Allí se creía que esta mujer podría opacar la figura de Simón Bolívar. Eso hizo que del lado ecuatoriano haya una reacción y aparecieron una serie de biógrafos y novelistas mitificantes.

Por ejemplo, ¿qué se ha inventado de Manuela?
La famosa fuga. Ella estuvo en el convento de Santa Catalina desde los 17 hasta los 21 años y surgió la leyenda de que había escapado del allí con un teniente de apellido D’Eluyar. Pero resulta que este personaje jamás estuvo en Quito y, en la época que se regó el rumor, él estaba en Venezuela combatiendo para las fuerzas de Bolívar.

Según su libro, Manuela tenía grandes dotes políticos. ¿Eso podía opacar a Bolívar?
Sí, ese es un aspecto de Manuela Sáenz que va surgiendo a medida que avanza el estudio. Ella es consejera de Bolívar y en ciertos momentos parece tener más lucidez. Le advierte de sus enemigos políticos y de que su vida corría peligro, algo que no era creíble para el Libertador. Pero, indudablemente, quien tenía el gran proyecto político es Bolívar, ella no pretendió jamás negar eso ni opacarlo.

Bolívar, según las cartas que constan en su libro, fue duro con Manuela, incluso la llamó “loca”.
Precisamente porque ella se metía mucho en cuestiones políticas y a veces con exageraciones. Era temperamental y él también lo era. El caso es que Bolívar se molestó mucho una ocasión que Manuela Sáenz fusiló a un muñeco que representaba a Santander (enemigo de Bolívar), lo que le motivó a llamarla “la amable loca”.

¿Y actos como trasladar tierra de Paita hacia Venezuela ayudan a desmitificar la historia?
Ese fue un gesto y yo estuve muy cerca de los inicios de ese gesto que nació de alguien de Fuerzas Armadas. Esa persona me consultó y me dijo que iban a traer los restos de Manuela Sáenz desde Paita (Perú). Le dije: ¿qué restos? No hay restos, porque como murió víctima de una peste, fue incinerada con todas sus cosas, entonces se cambió la figura. Esto ha sido duramente criticado por historiadores serios que no vieron ningún sentido. Pero sí pasó algo positivo, y es que los niños y jóvenes de los poblados por donde pasó la urna con la tierra de Paita empezaron a interesarse por Manuela Sáenz, por eso la necesidad de este libro.

¿Cuán importante es contar a las nuevas generaciones la historia con mayor veracidad?
Este libro ha tenido un doble efecto. Por un lado, dar a conocer quien fue en realidad Manuela Sáenz de una forma auténtica; y, por otro lado, ha ayudado a mucha gente a ver cómo se trabaja en historia cuando se quiere llegar a la verdad y lo fascinante que es llegar a esa verdad. Es un trabajo casi detectivesco. Lastimosamente, hay muchos hechos de nuestra historia que han sido terriblemente tergiversados. Eso abre las puertas a que cuando se indaga con rigurosidad a alguien, el personaje se deshaga o que no se hallen los valores que se le atribuyen.

¿Eso podría pasar con Manuela Sáenz?
Absolutamente no, más bien resulta que la verdad era más rica que las mentiras que se crearon a su alrededor. Aun despojando de adornos y exageraciones a Manuela Sáenz, sigue siendo un ser extraordinario.

¿Alguien se podría molestar por su versión sobre esta heroína?
Aún no he sabido que a alguien le haya molestado, pero indudablemente cabe pensar que sí. Concretamente, a quienes tienen esos diarios falsos, porque el que lee este libro queda convencido de que los diarios de Quito y de Paita no son reales. Esos diarios fueron adquiridos por una excelente persona que fue (Carlos) Álvares Saa y están como los oficiales en el Museo de Manuela Sáenz. También entiendo que algunos biógrafos podrían molestarse, algunos ya han muerto, como Alfonso Rumazo, que fue un gran historiador y amigo, pero su Manuela Sáenz la hizo en su época de juventud, un poco romántica.

El autor
Hernán Rodríguez Castelo es ensayista, lingüista, crítico literario y de arte. Es miembro de la Real Academia Española de la Lengua.

En 1971 armó y prologó la Biblioteca de Autores Ecuatorianos de Clásicos Ariel, de la cual se hicieron 100 tomos.

Ha incursionado además en literatura infantil con títulos como Caperucito azul. Próximamente publicará El rey de la montaña y el niño de las serpientes.

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